El árbol

 

Es el árbol,
su rama
lo que me conecta con tu raíz

y así la vida, que duerme bajo mi amor
amor que sueña con las arboledas de Dios
y de tu piel desnuda

con los abismos de todos esos
pájaros por nacer

y es tu raíz la que bebe el néctar del ayer
que en silencio te piensa
fascinada,
por una imagen de otros tiempos
que te llena de alas.

Es el árbol
su rama
que crece de tus labios
la melodiosa aurora de mil pájaros que buscan,
te buscan

para yacer
para vivir en peregrinos nidos de quietud
de negada ausencia
que mi ser declara

Es el árbol
su rama
la que esta mañana
trémula, entre ráfagas de hoy
llenó de mujer y alas mi ventana
convirtiéndome
en árbol
y eternidad.



 

Viejos bordes

 

En viejos bordes
donde el alma se aferra
es fugaz el momento
y el pensamiento
y es tú rostro que vuelve
lo que cementa las uñas, mis uñas.

Abismado instante
premonitorio
de un cielo confortable
de un rubor de sol que estalla en tu cara.

Y es la vida que duda
momento fugaz de un pensamiento fugaz
de un beso no dado.

En viejos bordes
donde el alma se aferra
los sueños toman vino
y rompen las copas
para que las almas
resueltas en ser
puedan por fin saltar.

Dolor

 

Sin decires,
que llamen al silencio,

sin restos de culpas de noches viejas
que puedan por fin acotar
menguar el sufrimiento.

Así mi día
que tiembla nuestra tarde
vestida de gala
y esta eternidad
que no es de nadie
pero que se desnuda
del otro lado del biombo
y se ríe

por que sabe que no va a parar
este conspicuo dolor
que tiene muy clara la infinitud de la crónicidad
de los dolores propios
y ajenos
y de sus rostros,
de todos ellos

y de mi rabia

maldigo cual Fierro
a todos los santos del cielo
por esta complicidad absurda

que  me tiene esperando
como el condenado a muerte
ser por fin soga y suplicio

hasta que finalmente
muerto de rabia y cansancio 
me fustigo
por ceder al engaño
que el dolor propicia 

por creer que esto
en algún milagro 
va pasar.

Brisa ínfima

 

 

Brisa ínfima
desgarrado atisbo
de viento y vida
que lloran en silencio los pueblos de allá

con la piel ajada
con el cabello libre
renegrido,
largamente renegrido
por días y días de hastío
hastío y calor

inútil intento de rebelión
de insuflar la vida en los rostros de aquellos
que imaginan ráfagas que lastíman

esas que te hacen cerrar los ojos

ya ni amor
ya no queda

calor
solo calor 
que cuartea el suelo y tu alma
y es grito lleno de sudor

el día promedia la vida
transpira pleno de Dios

Y  es la lluvia
solamente la lluvia,
liviana y pura,
la que te desnuda
de alivio y frescor.