La angustia
irremediable, lacerante,
minúsculo desequilibrio
de una existencia
llamada a ser deseo,
acuífero desangrado en canales de vida
que me llevan a vos
una y cada una de las negras noches
que ni tu voz
ni tus ojos
deciden hacerme existir,
aunque más no sea
bajo la lluvia
y por la vereda de enfrente
de tu vida.