los sueños del rímel abdicaban en su mejilla,
su piel vomitaba el olor del ·último hombre y
en el ruido de los tacos se destilaba su esperanza,
con el nombre guardado en la cartera y su
corazón envuelto en una servilleta de papel
huía de la noche.
Los árboles parecían entender la resignación.