de la vida y ya ni un tango le quedaba dentro del sombrerito, ni un tango ni un agujero.
Tenía gusto a hembra, olía a mujer, se soñaba niña.
Si se pudiera adivinar en que flor llega la primavera, si
la lluvia que apaga el fuego se
pareciera tan solo un poco a su espalda minúscula, lacerada por andar
prepoteando tristezas, solitaria.
Si el fuego se resistiera más.
Su cuerpo se estremecía en el medio de las baldosas negras
de la estación, con sus dos brazos en cruz desafiaba el olvido y en un arrebato, soltó dos
lágrimas y el último pedacito de amor que le quedaba .
Nunca supe que pasó cuando llegó el tren. Solo sé que la
espero en un viejo bar, para el
último trago.
SINTETICO PROFUNDO,Y ESTREMECEDORAMENTE BELLO......
ResponderEliminarMuchas gracias Ramiro, te dejo un abrazo
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