Una mirada, una chispa y el temblor se convierte en
espalda, desnuda, suave
la sal seducida por un talle abandona las estatuas y
transmuta en movimiento, líbido, transparente
los ojos sueñan, ellos se presienten y los pies doblegados
simplemente obedecen,
la pasión, con vicios de equilibrista camina sonriente por su
escote,
rubor, vergüenza de que el bandoneón los crea uno y deje
de sonar,
ansiedad, por querer saborear la eternidad en el instante que
transcurre entre segundo y segundo
y en el desangrado, vertiginoso e inevitable compás final
los cuerpos desmembrados de Ser zigzaguean el horizonte
la ·última hora de la noche
comulga con lo mágico y lentamente
se hace día.
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