Tejía las historias y la lana
y los ovillos extrañaban la garras del gato
la voces tenebrosas que presagiaban misterio
y la risa sarcástica de la hiena del cuento
tejía tiempo,
malabares de desencuentros con la luna
tejía mi buen día y sus buenas noches
tejía sin destino de bufandas ni zoquetes
tejía sin saber que hacer mañana
ni como se llamaba el muchacho que le acarició el pelo
tejía orgullosa la llegada del otoño
y descansaba solo para tomar la leche
tejía la sonrisa de una novia y mis manos en su cintura
tejía sin esperar
tejía desafiando los días de su muerte
tejía en los corrales de su infancia y
a través de las imágenes que guardaba entre sus ropas
tejía la sangre con la que era feliz
tejía en el medio de recuerdos
y sentencias de otros tiempos
yo no sé si era la abuela la que tejía la lana
o la lana teniéndole piedad, le acariciaba las ideas
y se disfrazaba de sus sueños.
¡Que bonito! Pude imaginarme a la abuela tejiendo envuelta de melancolia y alegria a la vez por todos los dias que vivió.
ResponderEliminarUn saludo.
Muchas gracias Sandra, es un placer poder despertar la imaginación, un beso
EliminarSon hermosos versos que hacen reflexionar sobre ese amor tan importante de nuestra infancia. Me gustó. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias Teresa, me alegra que te haya gustado, un beso
EliminarMe encantó este poema, Ruben. Entrañable, toca las fibras más íntimas de la infancia.
ResponderEliminarLa descripción de esa abuela es realmente preciosa, felicitaciones.
Abrazo.
Muchas gracias Mirella, me alegro que te haya gustado, un abrazo
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