Entre tus tiempos y mis tiempos
la piedra y la fuerza
y los pétalos vivos de un flor enferma
estaban tus manos
calladas, rigurosamente blancas
de uñas afiladas en sangre
en adioses de los puertos
manos que sabían ver en mi cuerpo,
que en tardes sofocantes de ardor y dolor
eran pájaros armando nidos en mí,
manos nacidas desde tu ser
de la suavidad de la caricia
manos fuertes de mujer débil
manos que lavaban mi cuerpo
manos que se desangraban en cruces diarias de pasión
manos de un adiós infinito.
manos nacidas desde tu ser
de la suavidad de la caricia
manos fuertes de mujer débil
manos que lavaban mi cuerpo
manos que se desangraban en cruces diarias de pasión
manos de un adiós infinito.
Me recuerda a algo de dijo Leopoldo Lugones: "La noche...Tus ojos...Un poco de Schumann...Y mis manos llenas de tu corazón".
ResponderEliminarMuy bueno!!
Cariños...
Muchas gracias Oriana, ya con que te recuerde algo de Lugones es todo un honor, un beso
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