Madera, silencio, minutos
caricias al filo
una ventana, dos afueras
tus ojos doliéndome en el ayer
en el marrón del río
que brilla más que mi alegría
silencio, se calla el ruido
necesidad de no necesitar más
de no acariciar
de fuego para quemar el tiempo
y hacer de los cuerpos el verano
y hacer de los recuerdos entretejidos de almas
a ambos lados de la espina, tus manos y las mías
escapando de una cicatriz llena de aurora
del canto de los pájaros invisibles del amanecer
de tu voz desnuda,
voz que martilla el sol
y le duele el decir
y se hace pasos por la vereda de enfrente
despacio y del lado de la pared.
¡Hola, poeta querido!... ¿Cómo estás? ¡Lindo, su poema!... Usted dice cada cosa... Amigo: como siempre: Mis respetos y un abrazo de lirios encendidos por el amanecer.
ResponderEliminarMuchas gracias, María como siempre tan generosa conmigo, sus abrazos son una delicia para los sentidos, nada más conmovedor que una flor en plena comunión con el regalo del sol, un beso niña.
EliminarSe cuela el dolor del poeta en versos que hablan del amor que se ha ido, de una manera amable y casi tranquila.
ResponderEliminarMuy bueno!!
Cariños…
Muchas gracias Oriana, me alegro que te haya gustado, un beso.
EliminarMe gustó mucho este poema...una sensibilidad que se desborda en cada verso.
ResponderEliminar"Silencio, se calla el ruido,
el mucho ruido
necesidad de no necesitar más..." Hermoso.
Muchas gracias Jimena, es un honor para mí que te guste, un beso.
EliminarRealmente hermoso.
ResponderEliminarMuchas gracias Estela y gracias por permitirme ser parte de la comunidad " Escritores del mundo " un beso.
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