Con los ojos abiertos de tarde
está esa mujer anónima
tejiendo los bancos que esperan el tren,
trenes que nunca se quedan
que gritan de hierro y noche la última vez
trenes huérfanos
sin pasado, sin sueños
con los ojos llenos de habitaciones lóbregas
esa mujer hace la noche en ella
hacina las miserias que le dejó el día
y viste la melancolía desnudando una botella
se llena de vértigo el pecho
y deja de temblar las caricias no dadas
con los ojos cerrados de muerte
esa mujer duerme el día
lo inevitable de girar
y se aferra al sueño,
donde por fin puede ser ella
y vivir hasta el otro día.