Marionetas que sufren,
se doblegaban  a la
fantasía acumulada 
en los resignados piolines de sus titiriteros. 
Somnolientos y quebrantados por el calor
 y por las vicisitudes
de las almas acostumbradas a sus engaños.
Renunciar a la verdad 
sabiendo que los sueños se despiertan cada noche
 en el corazón de la
farsa.
Construir fragmentos de amor en las palmas de sus manos, 
y conspirar con  las
pasiones 
que se evaporan lentamente desde los espíritus,
desde los entumecidos telones,
desde  los ojos
deseosos de ser deslumbrados 
perdonando cualquier engaño.
Marionetas que sufren 
agobiadas de pasión, 
de realidad deseosa de dejar de ser ilusión,
de vida que crece desde la savia con la que fueron
construidas. 
 

 
 

 
 
 
 
 
 
