sábado, 5 de enero de 2013

Esa pena





Qué pena ,

no era una pena silvestre, 

esta pena nació de vos , se crió en los brazos de las tardes 

que se suicidaban a la hora que apagaban la luz.

Era una pena llamativa ,

una pena que inflaba el pecho ,

una pena orgullosa de ser pena . 

Vino cuando a tu pelo se le ocurrió ser  nido de mi noche  

y escondiéndose en el brillo de tus ojos se hizo canción en el recuerdo ,

canción gris , huérfana de melodía , 

canción que corría por el arcoíris de la tarde

sabiéndose libre de tentaciones  de ollas  de oro .

Pena que dejó tocando la puerta al cartero ,

pena asustada igual, no crea usted señor 

que no tenía miedo.

Juntaba valor recitando tristezas del mal ajeno

no crea usted señor que no tenia miedo 

 se notaba como temblaba escondida en la garganta de ella 

ese día,

el día  que dijo que se iba. 



4 comentarios:

  1. Hay penas que tocan a la puerta,si uno les abre, habitan por siempre en tu casa.

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    1. Así son las penas, " añeras " diría Atahualpa Yupanqui, un beso niña

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  2. ¡Hermoso tu poema, Rubén!... Mis penas sí son silvestres, como yo y me gusta que así sean. Las penas no siempre matan, a veces redimen y nos pueblan el alma de una sucesión de estampas puras y victoriosas. Un abrazo.

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    1. Que lindo lo que escribís " nos pueblan el alma de una sucesión de estampas puras y victoriosas " me encantó , un beso mujer

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