Soñábamos futuro mientras nos lavábamos las manos,
caía el agua como caía la tarde, como caía la fatiga del día,
como pidiendo disculpas por herir las huellas del trabajo,
las huellas del trabajo y de la memoria de tu mejilla,
caía el agua como pagana bendición de tu amor
agua que tenia en su interior el conocimiento de tu piel,
el perfume a mañanas que traías todos los días al llegar,
la expresión de tu cara al ver que como cada mañana
esa mañana el agua era fría.
El agua que sabía de la vida casi tanto como de la inundación
que dejó la fábrica una semana sin trabajo y sin vos,
la fábrica acunaba la sirena que soñaba verte pasar la puerta.
Soñábamos futuro mientras nos lavábamos las manos,
soñábamos con el tiempo, con poder rescatar las noches
sin miedo a que sean de pronto mañana,
soñábamos con ese instante en que cruzaríamos a la vida y
caminaríamos la libertad de los pasos
que te daba de regalo la vereda y
que imaginábamos alas en el beso primero
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