recorren tu alma,
te haces agua en el cántaro de la melodía
te haces agua en mi sed
y vuelve el compás a desnudarte,
sin darte cuenta que la eternidad
descompone los fragmentos de tu cuerpo
y me los entrega a cada latido,
a cada in crescendo,
a cada desnudez,
y a cada golpeteo del piano
nacen y mueren en mi alma y en tus labios.
Otra vez la cadencia acaricia, nos cierra los ojos,
nos disfraza de tenue velo,
de destino fatal
de destino final,
la vida no puede continuar después de tu pelo.
Entre cadencias nace el beso
que se arroga la virtud de ser eterno
y nos dice que llegó el momento
de intercambiarnos la piel y marchar para siempre
vestidos del otro.
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