Cuando vengas a mis días
no prendas la luz de mis ojeras,
no me tomes tan enserio,
no pronuncies despedidas a las dos de la mañana,
no golpees a mi puerta recordando un aguacero,
no dejes nunca más tu alma olvidada y sin abrigo,
cuando me visites hecha abrazo recuerda entibiar los ojos
traer el mate
y el agua caliente anidando entre tus pechos,
cuando vengas a mis días
no me enseñes a vivir que yo ya se como se muere,
no me enseñes a vivir que yo ya se como se muere,
no llenes de orgullo tus pasos que se van
en cambio dibújame cien caminos a tu soledad,
no lluevas mañanas tristes ni noches negras
no lluevas más,
cuando vengas a mis días
tráete un tango adormecido,
no le digas a ella que llegaste
y hace silencio,
mucho silencio
no quiero que ella, mi muerte, se despierte.
"Cuando vengas a mis días, no prendas la luz de mis ojeras" ...muy original y exquisito en imágenes, un placer leerte Ruben. Conocer tus historias que me hacen reír tanto y enjuagarme en tus poemas como en un ritual donde habitan los sueños,es apasionante. Beso.
ResponderEliminarMuchas gracias niña, es un honor para mi que una escritora como vos andes por acá y encima te gusten mis poemas, no me canso de decirte gracias, un beso niña.
EliminarMuy bueno Ruben! Me gustó mucho este poema!
ResponderEliminarSaludos
Muchas gracias Francisco, me alegra que te haya gustado, un abrazo
Eliminar