Me obligás a un silencio
de siesta de barrio
de miedo a las alturas,
un silencio adornado de un macramé
que anuda las ganas
el cielo y tu ombligo.
Me obligás a un silencio
de besos ajados
de intentar partir un cielo
ya muy poco mirado.
Me obligás a un silencio
eunuco de manos
que recorre huertos ensemillados
entre tu tiempo y mi fin.
Me obligás a éste silencio
estéril manera de parir el grito.
Doloroso cuando aún existe un sentimiento
ResponderEliminarUn placer conocer tu espacio, Rubén
Saludos
Muchas gracias, Bienvenida
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