Y la tarde
y todas las tardes
y tu tarde
y este miedo atroz
y este diluvio sin arca
parasitando las almas que cruzan la avenida
buscándote
sintiéndoles el olor, la forma
midiéndome aquellas almas que a simple vista me quedan bien
pánico a dejar de ser
y que duela mucho el olvido,
caminando con la rabia a cuestas
embutida en mi pierna, en mi pierna derecha
y exhibiéndose impúdicamente en los tachos de basura
y exhibiéndose impúdicamente en los tachos de basura
y la tarde
y todas las tardes
y tu tarde
y este miedo atroz
y este diluvio sin arca
vasta y tibia melancolía
de un cielo gris, herido de gritos
y de lluvia
y de un vértigo azul profundo
y acá estoy escondido del viento
que silva en el sexo de los ángeles
y en orgasmos de Dios
desparrama la vida
y la tarde
y todas las tardes
y tu tarde
y este miedo atroz
y este diluvio sin arca.