No tiene más piel que los ojos de la gente
que la voz diciendo el límite,
ya no le queda ropa ni alambrada
ni el sueño tibio de ayer a la mañana.
La vida desbordada en los pechos
en las ganas
se le fue de madrugada
y el día como en toda alborada
descubre de a ratos
en su sexo, la noche acurrucada
que ahora pide pan, calor y magia.
No tiene más piel, ni márgenes,
está desnuda de vida y de Dios
con las entrañas queriendo gritar
el dolor y el hambre
para que al escucharla la vean andar.
No tiene más piel, ni roña
la calle la engaña
le rompe a cascotazos los sueños,
las mañanas
le miente bocinas, días, los ojos de él
no le queda nada.
Sólo las ganas de volver a sentir
la brisa del mar
dos rayos de sol
y lo que un día fue el cielo azul
atravesando la ventana.