La felicidad se escondía de la bruma de la tarde entre
frazadas y
soñaba con pedirle prestada plumas a las palomas ,
la bruma eligió acariciar su rostro
su invisible pelo blanco.
Un aquelarre de almas se adivinaba danzando a su alrededor ,
quizás la soledad era el precio
o tal vez solo el tiempo se encargo de configurar sus días .
La hoguera de su alma era la encargada de exorcizar el frio,
de ir preparando la gran mesa del banquete.
El sueño maravillado por estar siendo soñado intenta convertirse en sueño.
La libertad se desquicia cuando intentan encerrarla en mujeres de cemento,
prefiere bancos de madera de una plaza .
Es la libertad la que aletea en su rostro ,
la que va a comer de su mano .
Al banquete no hay nadie invitado , no tiene horario
y no se repartieron tarjetas de cartón ,
pero la tarde , la
bruma y el sueño marchan al unísono
sobre su corazón de anfitriona.
Hermoso banquete...¿estoy invitada? Sentir la vida, soñarla, y viajar en tus poemas, es mi felicidad completa.
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