Temblor de calle.
Dos niños abrazados al frío,
ayer escuchabas mi música y
la tarareabas de desnudez y tiempo
así, bajito
para que no se rompa,
tu mano estirada
sobre mi vida desnuda
y un silencio,
necesario contrapunto de tu voz
diciendo cielo, diciendo noche,
hasta mañana
y un mundo buscando soles
y los miles de otoños que se agolpaban en mi puerta
son los que hoy me llevan hasta los árboles de tu ayer,
ayer de besos tuyos
y espasmos míos
en ese temblor tibio de siesta,
húmedos instantes de desolación,
solamente de imaginar el castigo,
ante lo furtivo del acto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario