Brisa ínfima

 

 

Brisa ínfima
desgarrado atisbo
de viento y vida
que lloran en silencio los pueblos de allá

con la piel ajada
con el cabello libre
renegrido,
largamente renegrido
por días y días de hastío
hastío y calor

inútil intento de rebelión
de insuflar la vida en los rostros de aquellos
que imaginan ráfagas que lastíman

esas que te hacen cerrar los ojos

ya ni amor
ya no queda

calor
solo calor 
que cuartea el suelo y tu alma
y es grito lleno de sudor

el día promedia la vida
transpira pleno de Dios

Y  es la lluvia
solamente la lluvia,
liviana y pura,
la que te desnuda
de alivio y frescor.

El regreso

 

Estupor

osadía lobuna del ayer

de restos desnudos de cuerpos tuyos
desmemoriados
de palabras inauditas
de adioses sin memoria

toman por asalto el momento
mordisquean sensualmente el lóbulo de la noche
y rozan plagados de erotismo
la marginal palabra

la que ríe desvergonzada de ayer

la que galopa refulgente en mis entrañas
y no me deja
no me permite más, ya no quiere

no

no me perdona

el indigno silencio de este hoy.

Te besaría

Te besaría
a vos
si,
a vos te besaría.

Te besaría minuciosamente,
lentamente,
en el sopor
de mis tiempos
 y a la hora de la siesta.

Te besaría con retroactivos

te besaría desnudo de hoy
y en plena calle
en la calle desnuda

y entre ajuares de terciopelo te besaría,
sí, te besaría

desprevenidos y con los ojos sin cielo.

Te besaría
llena de luna
y como los pájaros
                       en pleno vuelo.

Si, te besaría
antes de dormir
y muerto de miedo.

Te besaría
entre melancólicos rezos de chamamé
de un Paraná que nos une
y se atormenta de sed.
 
Te besaría
si, a vos te besaría.

Abrigame

Abrigame

de Dios y cielo
aunque sude empapado de ayer.

Abrigame

a la noche, entre urgencias de rezos
y esos ojos apretados, que de tanto apretar enfurecen el negro.

Abrigame
dame tus piernas, tus miedos
sí, también tus miedos
y tu ilusión.

Abrigame
y que no se caigan los techos
antes de que salga el sol.

Abrigame
jamás hizo tanto frío en tanto verano.

Mi primer poemario ya está a la venta en Amazon.es

Las puertas

Rabiosas maderas
abofeteadas de límites

furioso vendaval de ayeres
de caprichosas formas del no

vínculos inciertos con tu jardín 
con mi niño
llegando a tu escuela

cuatro pasos
y es metralla del verde
la pasión de un bosque abierto de piernas

y es ese olor que tiene la lluvia
empapando tu cuerpo
lo que abre esa puerta

son muchas las puertas

puertas de mil ángeles 
que no pudieron nunca imaginarse  tus ojos
ni tu adiós

puertas que escondieron el horror
de mi pueblo en los cuarteles

puertas sin llaves

son muchas las puertas

las que se abren y las que se cierran
en el parpadeo íntimo de mi orgullo al pensarte

puertas con picaportes de lava
ardiendo en la memoria
o simplemente  sin ellos

puertas chirriando de viejas
que se dejan cruzar desde mi pecho a tu pecho 

en tornasoladas tardes
de otoños muertos

son muchas las puertas que me llevan a vos
o quien sabe
las que te traen a mí

en definitiva
para una puerta sólo existe el otro lado.

Silencio obligado

Me obligás a un silencio

de siesta de barrio

de miedo a las alturas,

un silencio adornado de un macramé

que anuda las ganas

el cielo y tu ombligo.

Me obligás a un silencio

de besos ajados

de intentar partir un cielo

ya muy poco mirado.

Me obligás a un silencio

eunuco de manos

que recorre huertos ensemillados

entre tu tiempo y mi fin.

Me obligás a éste silencio
estéril manera de parir el grito.