La piel
advierte y te advierte
advierte el
sexo y tu pudor
la pasión y
tu rabia
pero no te
advierte del adiós
de la noche
encapotada
nunca el
mundo te advierte
ni la vecina
del cuarto que se la pasa espiando
ni los
gritos agudos de esa vieja puerta
ni la
consabida muerte
nadie te
enseña como sufrir
ni siquiera
como vivir
y así sin
advertencias
sin labios
que te besen las manos, los huesos, la pasión
sin cielos
que te adviertan de los lugares donde embolsar tus huesos
así
inadvertidos
un día vemos
pasar la vida
la fe y la
razón
y por la
vereda de enfrente la muerte disfrazada de sol.