Entre estas paredes nació la roja libertad
de la sofisticada sangre de tus labios.
Del cristal que alimentado por el soplo del maestro
palideció en la mañana fría de la fragua,
cristal que cómplice de tu fragilidad
se hace tiempo y copa y sueño
en la transparencia de tu vestido y
en una noche con los límites embriagados de abismos
se desliza en forma de imagen, por las habitaciones de tu cuerpo,
por la proximidad de tus labios, vibra y en ese vibrar
anuncia descaradamente tu voluntad de ser canción,
de ser cuna y manta del próximo amanecer,
de intentar pasos de eternidad al ritmo de un vals
y tan grácil como despreocupada
rompiste en arpegio de luz desparramando la incandescencia de tu mirada
por todo el salón,
multiplicándote en cada copa, en cada cristal, de noche y fiesta
reviviendo en cada suspiro y exclamación,
en cada relámpago de cada alma de cada quien
y entre giros y destellos
desapareciste por la puerta de atrás del penúltimo balcón.
Qué belleza tú poema, Rubén. ..."por la proximidad de tus labios, vibra y en ese vibrar anuncia descaradamente tu voluntad de ser canción..."
ResponderEliminarAprecio estos versos, dejan sabor a buena poesía.
Saludos.
Muchas gracias Clarisa, espero que ese sabor a buena poesía dure mucho en la boca, o en el alma, no se donde están las papilas gustativas de la poesía jaja,te dejo un abrazo grande
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